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El DFectuoso, Mexico
"Que cada uno goce su felicidad, sin darle en la madre a los demás"

22 oct 2010

Día sin color











No hay mucha actividad, de hecho es casi nula. El aburrimiento me está llevando a la locura. Es insoportable no hacer nada y desperdiciar el tiempo de manera tan idiota.

22 DE OCTUBRE 2010.
Otro día más, exactamente igual a la mayoría de los anteriores (al menos 4 de cada 5).
Salud! Y vámonos riendo, haciendo el equipaje…

Transcurre un día detrás del otro, mientras estoy dentro de cada uno de ellos, parece que son una eternidad, pero después de algunos meses, hago recuento y entonces me doy cuenta del peso que ha dejado la monotonía, el aburrimiento y la estúpida apatía que me congelo sólo en cuestión de minutos.

Caminas rumbo al trabajo de todos los días, al mismo lugar frío y gris, donde la gente de los alrededores te devora con una mirada maliciosa y fastidiante, después se acercan a darte el beso de los “buenos días” mientras en sus mentes se maquilan los más turbios pensamientos.
El lugar de trabajo es escasamente de un metro de ancho por uno de largo, no hay una ventana cerca, solo más cubículos igual al tuyo, con gente que todo el tiempo tiene su jeta de odio y al encontrarse con tu mirada, ponen la mejor estúpida sonrisa que pudieron expresar.

Las horas pasan y ni indicios de una novedad laboral, no hay una llamada o un mensaje, lo único rescatable es tener un escaso libre acceso al chat, para poder tener contacto con alguien agradable y diferente a este nefasto entorno. Por fin llega la hora de la comida, al menos es un espacio de tiempo para despejarse y ver a todos los demás especímenes de este edificio, nada especial ni novedoso, pero al menos diferente, después una breve salida a la calle para estirar las piernas, quizá fumar un cigarrillo o simplemente deambular por algunas calles.

De regreso al cubil laboral, ahí donde un maldito aire acondicionado vive a escasos 2 metros de mi cabeza, el cual es insoportable!, pero como a las mujeres de aquí les llego a temprana hora la menopausia, pues sus calores y bochornos les hacen ponerle la máxima potencia al aparato ese. Total, siguen pasando las horas, parece que nunca terminará el día, pero el tormento no es eterno, al menos no por todo el día, porque marcando las 18 horas en punto, es momento de huir de este encierro, en menos de un minuto ya están los objetos de valor guardados bajo llave (lapiceros, plumas, catálogos, post-it), no vaya a ser el diablo! Y mañana ya no haya ni con que escribir el nombre del remedio naturista para bajar de peso, que me recomendó mi amiga que frecuento por el chat.

Pasos extra largos para llegar a la salida y previo a ello hacer una breve escala en una puerta que dice “mujeres”, la actividad a realizar detrás de esa puerta no es lo más divertido y maravilloso, pero es lo más cercano a la felicidad en plenitud cuando llegas corriendo y a empujones con un rítmico baile, abres y te sientas a desahogar tu interior. Una vez liberado el espíritu Meón, la sonrisa en el rostro es extremadamente natural, te despides de los polis y casi das pequeños brincos de felicidad, por fin el contaminado aire de la ciudad pega en tu rostro y tu cuerpo tiene ligeros contactos con la urbe, caminando 5 o 6 cuadras llegas al parabus donde un micro destartalado llegará para llevarte a casa, con entusiasmo subes y pagas el viaje, sabes que aunque apretadito y acalorado, pero el camino será directo al hogar, donde te espera una cama solitaria, fría y silenciosa, pero acogedora (o se escribe a-cojedora?.. como sea, no importa!). Buscas en el bus un lugar donde sentarte, a la izquierda no hay, a la derechaaaa, si! hay uno…. Oh! No, acaba de ser ocupado por un señor de no menos 40 años y de robusta corpulencia (ni cabe el nenefante, pero ya se sentó…), los ánimos por ir una hora y media sobre tu trasero se esfuman, ahora pagarán las consecuencias tus pequeñas y cortas piernas que van sobre dos tacones ligeramente altos, para hacerte lucir un poco mejor, aunque en esos momentos quisieras tirarlos por la ventana. Ya casi para llegar a casa, se libera un asiento, solo serán 5 minutos, pero suficientes para recuperar fuerzas y continuar caminando otras 3 cuadras para poder entrar al humilde hogar (porque hay gente que minimiza su miseria, más de lo que ya es, con expresiones como “humilde”? Mmm… no lo sé).

Momento de despojarse de las prendas de todo el día, sentir el cuerpo libre y cómodo, descansando sobre pantuflas, chanclas o el mismísimo suelo a raíz, con el cuerpo cubierto por una pijama ligera, desde un short o pantalón y playera, hasta la más sugerente pijama de encaje… mmm… que en este caso no aplica, pero había que mencionarlo. Ubicados en la cama antes mencionada, el control remoto de la TV es la mejor compañía, se enciende el televisor y por fin llego el color del día, para empezar el tono amarillo de los Simpson es una muy buena opción, después cualquier programa ocioso, documental, educativo, dramático, informante o lo que sea, terminara por agregar los matices de un día sin color.