Hubo momentos en la vida en que me sentí sola, triste, vacía, enojada y entonces de la nada llegaste tú, con una actitud motivadora, de consuelo y con cariño, pusiste tu hombro para ser mi apoyo, me diste tu mano para retomar fuerzas y continuar, me abrazaste para transmitirme el calor de tu corazón y dejaste caer tus labios sobre los míos, mientras susurrabas "todo estará bien, nena...".
Me haces falta... ayer por la noche mientras leía tus viejas cartas, me dí cuenta que la distancia que un día nos separó, no es un límite para seguir compartiendo anécdotas y vivencias, actualmente y gracias a esos medios tecnológicos que nos permiten escribirnos a diario, es como si el tiempo no hubiera pasado, te siento cerca, aunque físicamente sigas tan lejos.
De ti aprendí frases "enormes" que se reflejaron en lecciones de vida:
* lo que no me destruye, me hace más fuerte
* hay que arriesgarlo todo y apostar el resto
* mi tristeza es mía y nada más
* soy fría, fuerte, terca e inteligente (eso era yo, ahora soy un guiñapo de aquello que conociste)
El día que me avisaste vendrías a la ciudad, quería decirte que nos viéramos como en los viejos tiempos, que camináramos un rato por la alameda y después ya veríamos lo que sucedería, pero no tuve el valor, mi situación sentimental me limitó para ir a tu encuentro, sé que lo entendiste y sin decir una sola palabra no insististe.
Mis últimos días han sido cruciales, fue como estar en un cuarto obscuro y de pronto abrir la ventana por donde se filtro una destellante luz que me deslumbro, después de tallarme los ojos pude abrirlos y ver con claridad aquel lugar en el que me encontraba, pude apreciar los escombros bajo los que estaba relegada y a la vez muy a la mano por si hiciera falta salir rápidamente. Me levanté y comencé a inspeccionar el lugar, rincón por rincón, no me gusto lo que vi, todo era tan gris y lejano, me entristesi en demasía, quise salir corriendo y en pleno impulso cerré los ojos y baje la cabeza, me agaché y permanecí inmóvil.
Días después tomé valor y de nuevo recorrí aquel lugar, sin miedo, me senté en una silla y comencé a pensar y recordar, me dí cuenta que ya no tengo ni espacio en el escombroso lugar, que la puerta está abierta de par en par y es momento de volar, costará un poco de trabajo al principio, pero ya no hay precipicio, ahora el suelo es parejo y sé que es egoísta querer tenerte ahí, pero sería un gran aliciente a mi corazón, ojalá esta vez también pueda contar con tu apoyo. No te alejes, te necesito y te quiero.
Me despido mi más fiel amante, te mando un beso y un abrazo infinitos.